Ideas sobre colón a 500 años de su muerte

(fuente:http://www.cervantesvirtual.com/portal/colon/index.jsp)

En la elaboración de ese proyecto se conjugaron múltiples factores. Aparte del aliciente que Colón pudiese encontrar en un Portugal volcado sobre el Atlántico, los investigadores han barajado toda una serie de influencias decisivas:

-Las mencionadas relaciones que le pudo abrir su matrimonio y la posible documentación de su suegro.
-El mito de las islas atlánticas (San Barandiarán, Antilia, la Isla de las Siete Ciudades) que ya había originado varias expediciones en su búsqueda.

La historiografía tradicional mantiene que las ideas de Colón se asentaban sobre tres bases teóricas y científicas que integraron las premisas esenciales de su proyecto. Las tres fueron elaboradas en el mundo clásico y, a través de Ptolomeo, se proyectaron con absoluta vigencia dogmática hasta el Renacimiento:

-La esfericidad de la Tierra.
-La unicidad del Océano y la subsiguiente posibilidad de atravesarlo navegando hacia Occidente.
-Las dimensiones atribuidas al globo terráqueo y al grado del círculo terrestre.

Los conocimientos de Colón sobre estas cuestiones no se debían a un estudio sistemático, sino que son de segunda mano y producto de una vinculación directa a lecturas improvisadas, de tal manera que cuando inició su primer viaje, en su cabeza se agitaban una mezcla de error y verdad.

En estas condiciones, surge de inmediato la cuestión de en quién se basó Colón para establecer la posibilidad de llegar a Asia a través del Atlántico. Su hijo Fernando escribió que las causas que movieron al Almirante al descubrimiento de las Indias fueron tres: «fundamentos naturales, la autoridad de los escritores y los indicios de los navegantes». Pero, ¿quiénes fueron esos autores, una vez cuestionados los de las obras conservadas de su biblioteca? La historiografía tiende a concederle un protagonismo decisivo al florentino Paolo del Pozzo Toscanelli (1397-1482), uno de esos sabios del Renacimiento con prestigio en Medicina, Astronomía, Geografía y otros saberes.

Toscanelli hablaba de la viabilidad de una navegación hacia la China por el oeste; un trayecto que se vería aún más facilitado porque podrían realizarse escalas en la mítica isla de Antilia y en Cipango (Japón). Colón conoció esta documentación -pues reprodujo algunas expresiones de forma casi literal-, bien porque se la remitiese el propio Toscanelli, o la consiguiese en la corte lusitana aprovechando sus contactos, o incluso por conductos menos confesables. El conocimiento de este informe confirmó intuiciones de Colón o le abrió los ojos hasta hacer suyo ese proyecto, quizá modificándolo para hacer aún más fácil el viaje.

Otros mapas del siglo XV ya mostraban que la distancia a Catay por tierra era la mitad de lo que suponía Colón y el error en la estimación del grado se puede considerar impropio de los navegantes portugueses del momento. Es un grave error, pero si a esa distancia no se encontraba el codiciado Extremo Oriente lo cierto es que se encontraron unas tierras a las que en un primer momento se quiso identificar con las más lejanas a las que se refirió Marco Polo.

¿Fue realmente una casualidad? Es una pregunta que distintos autores se han planteado continuamente desde fechas inmediatas al propio descubrimiento. Ya en La Española corrió el rumor de que Colón no había llegado a esas tierras por casualidad ni por sus conclusiones científicas, sino que disponía de «información privilegiada». Hay divergencias entre los distintos cronistas que se hacen eco del suceso, pero esencialmente hablan de una nave arrastrada al otro lado del Atlántico por las corrientes y que pudo regresar con grandes dificultades, de forma que quedó un solo superviviente que pudo informar a Colón de la existencia de esas tierras y los rumbos de ida y vuelta.

Fray Bartolomé de Las Casas, por ejemplo, habla del piloto superviviente de esa expedición que llegó a Porto Santo, «el cual, en reconocimiento de la amistad vieja o de aquellas buenas y caritativas obras, viendo que se quería morir [que se iba a morir] descubrió a Cristóbal Colón todo lo que les había acontecido, y diole los rumbos y caminos que habían llevado y traído, y el paraje donde esta isla [se refiere a La Española] dejaba o había hallado, lo cual todo traía por escrito». Otros cronistas abundan en esa hipótesis, y el Inca Garcilaso llega a identificarlo: Alonso Sánchez de Huelva.

Esta hipótesis ha sido reivindicada por Juan Manzano a partir de las expresiones contenidas en las Capitulaciones de Santa Fe, la certidumbre de Colón en las rutas a seguir, tanto en el viaje de ida como en el de vuelta, y otros indicadores.
Por tanto, la idea del predescubrimiento de América es tan sugestiva como discutible, y tan difícil de demostrar como de refutar. Lo único cierto -y según fray Bartolomé de Las Casas- es que Colón «tenía certidumbre de que había de descubrir tierras y gentes, como si en ellas personalmente hubiera estado». Y que «tan cierto iba de descubrir lo que descubrió y de hallar lo que halló, como si dentro de una cámara con su propia llave lo tuviera».

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