Filosofando con Pato (II)

A todo esto... ¿Por qué le decimos "bueno" a lo bueno y "malo" a lo malo?. En realidad, habría que profundizar en cuanto a por qué a un conjunto de entes -concretos, abstractos, juicios de valor, descriptivos, ideales y un laaargo etc- los agrupamos bajo la figuera de "lo bueno" o "el bien" (y lo mismo con "lo malo" o "el mal"... tal vez deberíamos preguntarle a Bush lo último).

Abstraerse de esta forma de pensar o de ubicar las cosas que percibimos es muy difícil, ya que estamos condicionados por nuestra enseñanza más básica (de alto contenido moralizante y fuertemente influyente: la de nuestros padres o cuidadores) a pensar y clasificar en las entidades independientes de nosotros en "buenas" "malas" e "indiferentes". Para nuestra primera enseñanza, comer muchos dulces es "malo", hacer las necesidades en el lugar adecuado es "bueno", la caída del bloque soviético es "indiferente" (por lo menos, yo tenía 4 ó 5 años, así que esa era mi opinión). Ojo con "lo indiferente", que se comporta como un parlamentario independiente: tarde o temprano se tiñe de alguna coloración, para pasar a formar parte de uno de los bloques dominantes.

¿Es en ese momento, cuando aprendemos que las cosas SON buenas o malas, que nace en nosotros la tendencia a la clasificación?. ¿Por qué nunca más podemos disociar ese pensamiento, cuando muchos otros pensamientos de aquella época pueden (y de hecho son) superados por nuestra capacidad volitiva o racional?. Creo que la respuesta está en la facilidad que genera pensar en esos términos, que hace además aceptable pensar multitudianriamente en esa forma sin caer en una vuelta a la infancia. Muchas cosas que vemos clara en la infancia mediante determinado método de razonar son luego suprimidas por la poca aceptación social que ellas generan, tendientes a un enfoque que permite alcanzar valores y formas de ser y pensar a los cuales no podemos acceder con el raciocinio infantil (el ejemplo clásico en este caso es el afán de lucro: pensando como en la infancia, quedamos sin un centavo, por lo que necesitamos "madurar" (¿?) y pensar de una forma que nos permita acumular capital en vez de despilfarrarlo.

Sin embargo, algo queda de esa forma de pensar en la concepción global de "bueno" y "malo". Pensamos que lo "bueno" (general y socialmente aceptado, sin tocar la moral personal) consiste en valores y actitudes claramente compatibles con una visión infantil del mundo y la historia: no es bueno el que acumula riquezas, sino el que las regala a los que no las tienen; no es bueno el que toma el poder por la fuerza para superar una crisis de gobernabilidad, sino el que pierde la vida en la rebelión que trata de terminar con el régimen de facto... extrañamente en este -y en muchos otros casos concretos- la idea de "bueno" que detentan la moral social y la personal difieren diametralmente, pese a lo cual, dicha contradicción no es percibida o no es suficientemente dialéctica en el individuo socialmente inserto en el agregado social. Frente a un bien cualquiera (más allá de su acepción económica) a disposición de un grupo de individuos para ser ocupado, todos piensan en apoderarse de él (dictamen de la moral personal), aunque si fuesen consultados al respecto antes de la lucha por dicho bien, todos coincidirían en que el renunciar a éste para que sea ocupado por uno de ellos en particular sería un acto "generoso y sublime" (dictamen de la moral social).

Y he aquí la contradicción principal, el punto que nos lleva a todo el enredo que surge después. porque esta contradicción no afecta, mayormente, al promedio de los seres humanos, lo que genera como efecto un choque casi dialéctico entre la moral personal y social, de tal forma que la destrucción mutua, la explosión provocada por esta contradicción, genera que el individuo no tenga nada seguro, ningún sistema inconmovible y protector en el cual sostenerse para ir por la vida con un sistema inmutable de normas que consagren los mismos valores e ideas como superiores a otros. Lo que queda, en este caso, es la imagen del ser humano recogiendo los escombros de esta explsión, guardando en sus bolsillos los restos que más le agraden para generar sus propios sistemas morales, con los cuales una y otra vez se vuelve a este punto. El único que no se ve afectado en esta síntesis es el ser humano, que indemne al choque de sus sistemas morales, busca "lo bueno" y "lo malo" para estar tranquilo espiritualmente .

Termino, porque estaba tan metido escribiendo que se me fue la onda. Ya no sé de qué estaba tratando, y no entiendo nada de lo que acabo de escribir

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