RESEÑA: Noticiario 1957 (Nicanor Parra)
Cuesta, para los que no creemos
en coincidencias, terminar 2017 sin mirar hacia atrás en la literatura y encontrarnos
a boca de jarro con Noticiario 1957,
de Nicanor Parra, obra dentro de Versos
de Salón (1954-1962). Este
antipoema, que en un principio no es más que un “recordatorio” de lo que ha
sido un año más del siglo XX, hoy se nos presenta como un documento histórico
que nos demuestra tanto la antigüedad como (¿quizás?) la eterna lucha para
reírse de la desgracia de un mundo regido por lo absurdo.
La
descripción del año 1957 de Parra es siempre escalofriante: y es que, en
general, el monólogo de Parra a lo largo de su obra es conversar, más que con
un amigo, con aquel tío que siempre incomodó con sus preguntas sobre qué estás
haciendo con tu vida. Siempre tuve miedo de encontrarme un día con él y que me
preguntara a qué dedico siempre mi energía. Y por eso, por esa sensación de
cuestionamiento, la parramanía (o más bien, la parritud, o la parrez, si
se me permite el nuevo concepto, es decir, la actitud de cuestionar sin
miramiento alguno, esa remembranza más agresiva de la mayéutica de Sócrates) es
plenamente necesaria en el Chile de hoy. Nicanor no pregunta, no pide permiso:
nos echa en cara rápidamente que la vida es una caricatura no porque sea un
destino, sino por la enorme cantidad de sinsentidos y debilidades a la cual le aportamos
material todos los días con nuestra indecisión o nuestro laissez faire. Nicanor nos impone esa visión de la vida que siempre
pensaste correcta en tus años de alegre rebeldía, pero que nunca supiste
plasmar en un poema, que en el fondo es una invitación a ver que la poesía no
es para todos, o al menos no la poesía parriana, la antipoesía. Nicanor Parra
no pierde el tiempo tras sus primeros versos y acusa (“La Policía mata por matar”), ridiculiza (“Su Santidad el papa Pío XII/da la nota simpática del día/se le aparece
Cristo varias veces”), denuncia (“estudiantes
salen a la calle/pero son masacrados como perros”). No hay chance para el
timorato: el antipoeta no busca convencerte de que hizo florecer la rosa en el
poema, como sugiriera Huidobro, sino más bien de que la rosa no es más que un
objeto más del cual hablar, y pobre de ella si debemos hablar de ella para mal.
Más le vale que no lo haga.
Noticiario 1957 es, antes que todo, un relato sobre un Chile que no
existe más, al menos en el papel, en lo jurídico, en lo que los medios te
pueden mostrar. A pesar de lo anterior, en el Chile del mall, de las start-ups,
de ese café que ya no se toma en la mesa leyendo el diario, sino en un vaso,
con crema, espolvoreado con canela y leche de soya, mientras su dueño/a camina
con apuro a conectarse a internet, hay paisajes denunciados que se repiten en
ese ayer y en nuestro hoy. La política y sus esbirros sigue sonriendo al
público, mientras buscan quedar bien con los verdaderos grupos de poder (“los candidatos a la presidencia/tratan de
congraciarse con el clero”), la salud sigue siendo un tema de números (“Médicos abandonan hospitales”) y, por
sobre todas las cosas, la soledad sigue haciendo mella en el ser urbano,
dolorosamente (“Un policía, por jugar/se
revienta la tapa de los sesos”), así como se muestra que la indiferencia
ante el dolor ajeno se nos mete en los huesos hasta hacerse parte de la rutina
(“Choque entre Cartagena y San
Antonio/Carabineros cuentan los cadáveres/como si fueran pepas de sandías”).
Curiosamente,
1957 es, además, el año de la última vez en que la derecha gana la presidencia
(por medios pacíficos) del siglo XX. Después de haber vivido esa experiencia en
2010, y en una Suramérica donde avanza el fantasma de los fascismos disfrazados
de buena onda, no sabemos si reír o llorar cuando Parra se nos empieza a
transformar de un cuerdo a un profeta, a veces en anécdotas que no dejan hasta
de ser graciosas, dentro del marco de lo vivido este año (“La derrota de Chile en Perú:/El equipo juega bien/pero la mala suerte
lo persigue”).
Nuestro país podría aprovechar y empaparse de
Parra una vez más en estos días a través de Noticiario
1957. Nicanor hablaba de cosas que ahora son parte del pasado, pero ha
logrado acertar en un modo hasta peligroso a través de esta obra con lo que ha
vivido el Chile del 2017, transcurridos ya 60 años desde este antipoema. ¿Se
anuncia el rutinario modus operandi
de los que huyen tras usar el poder para su uso personal? (“Robo con pasaporte diplomático/en la primer
página de ‘Ercilla’/salen fotografiadas las maletas”); ¿Se adelanta Parra a
los acontecimientos que hoy hacen despertar esas pesadillas dormidas del ayer?
(“nuevos abusos con los pobres
indios:/quieren desalojarlos de sus tierras/¡De las últimas tierras que les
quedan!/Siendo que son los hijos de la tierra.”) ¿o es que acaso sólo
deduce lo que pasa en un mundo dominado por lo jurídicamente correcto y lo
matemáticamente deseable, como aumentar la vida laboral? (“Una pobre paloma mensajera/choca con los alambres de la luz/los
transeúntes tratan de salvarla”). ¿Quién ahora podría saberlo?.
La
verdad es que a Nicanor Parra no le interesa ser profeta ni visionario, sino
que el centro de su Noticiario 1957 y
por tanto el puente que une los diversos espacios del poema, está en todo lo
que no puede ser analizado literariamente: lo íntimo (“El autor se retrata con su perro”), lo trascendente (“La mitad del espíritu es materia”), la
reflexión interior (“La vejez es una caja
de Pandora”, una reflexión que late más que nunca en el alma nacional).
Parra, a pesar de su ironía al describir un mundo donde reina la fecundidad del
absurdo legitimado por la institucionalidad, se permite espacios para sufrir
porque otros como él, o al menos otros a los cuales él ha reconocido méritos,
han partido y lo han dejado un poco más solo. Algunos más conocidos por el
público general (“Romería a la tumba de
Óscar Castro”), otros, más íntimos y, por tanto, más sentidos (“Muerte de Benjamín Velasco Reyes./Ya no
quedan amigo de verdad/con Benjamín desaparece el último”). Para el
antipoeta, el motor que forma la denuncia está en no olvidar esos espacios; sin
ellos, la antipoesía no es más que una sarta de tonterías para que algunos se
rían.
Creemos,
con razón, que Noticiario 1957 es
para releerlo hoy, no más adelante. Es para releerlo y reanalizarlo hoy, que
aún quedamos algunos que podremos rememorar esa Suramérica ironizada por Parra,
de rutinas y personajes descritos por Benedetti, de estructuras descifradas por
Cortázar, que se llenó de sueños dibujados por Neruda, que cada día sucumbe un
poquito más ante la barbarie profetizada (“Pero
de todo modos, nos quedamos/con el año que está por terminar/(a pesar de las
notas discordantes)/porque el año que está por empezar/solo puede traernos más
arrugas”). Esperamos, esta vez, que el profeta se equivoque y que el
antipoeta sólo encuentre descanso relatando las pequeñas cosas que lo hacen tan
anecdótico como su estilo, nunca igualado.
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