Mao Tse-Tung: la estrategia y la vida


  Entretengo actualmente mis tiempos muertos leyendo las "Citas del Presidente Mao Tse Tung", también conocido como el libro rojo de Mao, texto que desde 1966 está disponible en castellano para nuestro deleite y estudio.

 Independientemente de su contenido político-ideológico, del cual no haré detalles en esta ocasión, he de reconocer que disfruto mucho de su contenido, ya que me permite no sólo ver el pensamiento de un hombre que transformó su país de ser una enorme fábrica de esclavos analfabetos a ser la superpotencia económica y política mundial del siglo XXI en apenas 50 años (es decir, en 2 generaciones), sino además me permite entender cómo fue que él y sus camaradas hicieron tal hazaña.


  Quisiera presentar, a modo de entremés para quienes quieran introducirse a este desafío, algunos discursos de Mao sobre las tácticas militares utilizadas por el Ejército Popular de Liberación en su lucha, claves que con certeza pueden ser adaptadas hoy no sólo a las guerras y guerrillas revolucionarias, sino también a ámbitos tan dispares como los negocios, los estudios y, por sobre todo, al enfrentamiento con uno mismo y la vida en general. 

 Sinceramente, espero que lo disfruten y, si quieren aventurarse en el mundo de Mao, les dejo este enlace para que accedan a él desde sus computadores.


VIII. LA GUERRA POPULAR

(...)

  He aquí nuestros principios militares: 

1. Asestar golpes primero a las fuerzas enemigas dispersas y aisladas, y luego a las fuerzas enemigas concentradas y poderosas. 

2. Tomar primero las ciudades pequeñas y medianas y las vastas zonas rurales, y luego las grandes ciudades.

3. Tener por objetivo principal el aniquilamiento de la fuerza viva del enemigo y no el mantenimiento o conquista de ciudades o territorios. El mantenimiento o conquista de una ciudad o un territorio es el resultado del aniquilamiento de la fuerza viva del enemigo, y, a menudo, una ciudad o territorio puede ser mantenido o conquistado en definitiva sólo después de cambiar de manos repetidas veces.

4. En cada batalla, concentrar fuerzas absolutamente superiores (dos, tres, cuatro y en ocasiones hasta cinco o seis veces las fuerzas del enemigo), cercar totalmente las fuerzas enemigas y procurar aniquilarlas por completo, sin dejar que nadie se escape de la red. En circunstancias especiales, usar el método de asestar golpes demoledores al enemigo, esto es, concentrar todas nuestras fuerzas para hacer un ataque frontal y un ataque sobre uno o ambos flancos del enemigo, con el propósito de aniquilar una parte de sus tropas y desbaratar la otra, de modo que nuestro ejército pueda trasladar rápidamente sus fuerzas para aplastar otras tropas enemigas. Hacer lo posible para evitar las batallas de desgaste, en las que lo ganado no compensa lo perdido o sólo resulta equivalente. De este modo, aunque somos inferiores en el conjunto (hablando en términos numéricos), somos absolutamente superiores en cada caso y en cada batalla concreta, y esto nos asegura la victoria en las batallas. Con el tiempo, llegaremos a ser superiores en el conjunto y finalmente liquidaremos a todas las fuerzas enemigas. 

5. No dar ninguna batalla sin preparación, ni dar ninguna batalla sin tener la seguridad de ganarla; hacer todos los esfuerzos para estar bien preparados para cada batalla, hacer todo lo posible para que la correlación existente entre las condiciones del enemigo y las nuestras nos asegure la victoria. 

6. Poner en pleno juego nuestro estilo de lucha: valentía en el combate, espíritu de sacrificio, desprecio a la fatiga y tenacidad en los combates continuos (es decir, entablar combates sucesivos en un corto lapso y sin tomar reposo). 

7. Esforzarse por aniquilar al enemigo en la guerra de maniobras. Al mismo tiempo, dar importancia a la táctica de ataque a posiciones, con el propósito de apoderarse de los puntos fortificados y ciudades en manos del enemigo. 

8. Con respecto a la toma de las ciudades, apoderarse resueltamente de todos los puntos fortificados y ciudades débilmente defendidas por el enemigo. Apoderarse, en el momento conveniente y si las circunstancias lo permiten, de todos los puntos fortificados y ciudades que el enemigo defienda con medianas fuerzas. En cuanto a los puntos fortificados y ciudades poderosamente defendidos por el enemigo, tomarlos cuando las condiciones para ello hayan madurado. 

9. Reforzar nuestro ejército con todas las armas y la mayor parte de los hombres capturados al enemigo. La fuente principal de los recursos humanos y materiales para nuestro ejército está en el frente. 

10. Aprovechar bien el intervalo entre dos campañas para que nuestras tropas descansen, se adiestren y consoliden. Los períodos de descanso, adiestramiento y consolidación no deben, en general, ser muy prolongados para no dar, hasta donde sea posible, ningún respiro al enemigo. 

Estos son los principales métodos que emplea el Ejército Popular de Liberación para derrotar a Chiang Kai-shek. Han sido forjados por el Ejército Popular de Liberación en largos años de lucha contra los enemigos nacionales y extranjeros, y corresponden completamente a nuestra situación actual. (...) Nuestra estrategia y táctica se basan en la guerra popular y ningún ejército antipopular puede utilizarlas.


La situación actual y nuestras tareas

(25 de diciembre de 1947),
Obras Escogidas, t. IV.


XXIII. INVESTIGACION Y ESTUDIO.

  Todos aquellos que se encarguen de un trabajo práctico deben investigar las condiciones en las bases. Semejante investigación se hace especialmente necesaria para quienes tienen conocimientos teóricos pero no se hallan al corriente de las condiciones reales; de otro modo, no podrán vincular la teoría con la práctica. Quien no ha investigado no tiene derecho a hablar. Aunque esta afirmación mía ha sido ridiculizada como empirismo estrecho, hasta la fecha no me arrepiento dé haberla hecho; al contrario, sigo insistiendo en que, sin haber investigado, nadie puede pretender el derecho a hablar. Hay muchos que, apenas descienden de su carroza, comienzan a vociferar, a lanzar opiniones, criticando esto y censurando aquello; pero, de hecho, todos ellos fracasan sin excepción, porque sus comentarios o críticas, que no están fundamentados en una investigación minuciosa, no son más que cháchara. Incalculables son los daños que han causado a nuestro Partido semejantes enviados imperiales, a los que encontramos aquí y allá, casi en todas partes. Con razón dice Stalin que la teoría deja de tener objeto cuando no se halla vinculada a la práctica revolucionaria. Y con razón agrega que la práctica es ciega si la teoría revolucionaria no alumbra su camino. Sólo se puede acusar de empirismo estrecho a los prácticos, que andan a tientas y carecen de perspectiva y previsión.


Prefacio y epilogo a "Investigación rural"

(marzo y abril de 1941),
Obras Escogidas, t. III.

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