Lucha social: la importancia de la buena Comunicación


(NOTA: texto escrito en julio de 2008. Se presenta sin editar)

En nuestro país se articulan poco a poco los elementos para una transformación social: desde el fin de la dictadura hasta la revolución pingüina, una generación nos ha dejado como saldo un sistema en el cual la represión externa se sustituyó por una represión interna; el debate conducente a modificar las bases de la democracia pactada fue declarado como tabú, siendo sustituido por el debate sobre superficialidades; durante el período 1990-2006, el país tuvo por objetivo supremo administrar el residuo de la batalla entre represores y reprimidos de modo de no inclinar la balanza hacia ninguno de los bandos.



Pero los tiempos cambian, las generaciones se suceden unas a otras y quienes antes estuvieron en el poder por una necesidad del país, hoy lo están por otro tipo de necesidades (y no me refiero sólo a un poder político). Asimismo, el tabú del debate profundo poco a poco se libera de esta condición para pasar a ser un objeto de lucha y discusión entre más y más gente.

Hoy es minuto de plantearse qué vamos a hacer. Es el momento de darse cuenta de que los libros de historia están agregando más hojas, esperando a ver qué hacemos como generación en todo orden de cosas, y si lo que vamos a hacer tendrá un efecto positivo en la sociedad. Educación, salud, vivienda, energía, medio ambiente, distribución de la riqueza, participación ciudadana… estas deben ser nuestras inquietudes, esto es el saldo que nos están dejando quienes no pudieron resolver estos problemas. Estos son objetivos que debemos abordar de forma total, saber darles respuestas que agoten los problemas de forma tal que no haya que verlas en un futuro nuevamente.

Uno de los puntos débiles de la generación que se prepara a tomar el relevo del movimiento social y popular es su falta de organización y de intercomunicación. La organización de las comunidades pasa por procesos como la información. Nuestros esfuerzos deben destinarse a tender redes que perduren, a fin de que los distintos elementos sociales se sientan unidos y se tengan de ellos recursos suficientes allá donde la contingencia los requiera. Los elementos atomizados, aislados, sólo constituyen acto de presencia ante un sistema represivo, sin mayor trascendencia. La verdadera lucha, capaz de dejar una huella a seguir, la hacen las organizaciones intercomunicadas, de cuyas experiencias y programas se puede sacar una utilidad real para las dificultades presentadas. De las demás podemos ver solo un interés egoísta por desarrollarse en forma individual y dar una falsa imagen de preocupación ante los atropellos que se hacen contra la dignidad del pueblo hoy.

La organización sin (inter)comunicación e información puede incluso transformarse en un talón de Aquiles que debemos ser capaces de prever, bajo riesgo en transformarnos en traidores por omisión a la causa que defendemos. Ayudar a prevenirlo y fomentar vías expeditas de intercambio entre las organizaciones y comunidades es la base de un movimiento social coordinado, eficiente y capaz de presentar una alternativa seria al sistema actual.

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