Estirando los dedos un rato

Océano Pacífico

Quería mirarte a través de las olas
y ver tu pelo al viento, atajando las miradas del atardecer.

Pero no pude verte, no pude fijar la vista
en tu silueta de caballo desbocado…
Eres demasiado triste, demasiado bella, demasiado Dios
como para que te merezcan mis ojos, enrojecidos por la sal que lleva el viento.

A través tuyo, el mar es un infinito manto generoso
de azules, grises y verdes…
a través de tus ojos, me recordabas a mis ansias,
porque un día quise tenerte y nunca te he tenido en mi vida.

Hoy he navegado por esta confusión,
te busco, te encuentro… y me doy cuenta
de que te he perdido, como un tesoro náufrago.

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