Un "paréntesis" emocional en el camino

"... cuélgate de quien te quiera
no te mueras más que por amor,

Cuando yo tenía tu edad, era mayor..."


Joaquín Sabina, "Rubia de la cuarta fila"


Hace mucho, pero mucho tiempo que no te tenía de frente como hace algunos días, cuando el destino nos reunió de nuevo -como siempre- por circunstancias imposibles de crear a propósito.

Lo pasamos bien. Nos reímos, nos burlamos, escuchamos música de la buena, hicimos bromas, fumamos muchos cigarros, nos contamos tantas cosas en tan poco tiempo… y fue como volver atrás en el tiempo un ratito.

Antes de que amaneciera, nos pusimos serios, y te hice esa pregunta que había planeado hacerte durante meses. Cuando me respondiste, me di cuenta de que era tiempo de atreverse, y me atreví: te revelé todo aquello que me había guardado por años en ese baúl que tenía con llave y que pensé que nunca te iba a mostrar.

Sólo espero que no te hayas sentido mal. Te dejé muy en claro que te perdono, pero también te dejé muy en claro que no olvidaré lo que me hiciste, y que la huella de aquel día oscuro me sigue hasta hoy, aún cuando ha pasado muchísima agua bajo este puente.

Estoy feliz por ti, y te lo digo de todo corazón: te deseo lo mejor del mundo, porque te lo mereces.

Pero si seguimos jugando a este “tira y afloja” que ya suma tanto tiempo (nadie podría creer cuánto), será porque el destino lo quiere, porque yo ya no quiero seguir jugando. Me gustaría decirte “no vuelvo a saber de ti nunca más”, pero sé que, haga lo que haga, voy a terminar enterándome igual; no te digo “no te vuelvo a ver” porque sé que te veré de una u otra forma; no te digo “no te vuelvo a dirigir la palabra” porque sé que un día las circunstancias me van a llevar a hacerlo… ni tampoco puedo decirte “por favor, aléjate”, porque ya te has alejado; “quédate conmigo” porque estás más cerca que nadie; “escúchame” porque siempre lo haces; “ignórame”, porque no harás nada por contactarme…

Creo que si te estoy diciendo “adiós” hoy, es un “adiós” de ésos, ya que tengo la certeza de que, por más que intente hacer lo contrario, un día nos volveremos a topar cara a cara, frente a frente, y –como siempre- pensando en este maldito destino, del que aún después de tanto tiempo, no podemos zafarnos.

Santiago de Chile (miniexilio), diciembre de 2007

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