Tolerancia religiosa


El islamólogo argelino Mustapha Sherif, autor de “¿El Islam, tolerante o intolerante?”, en esta carta abierta a Benedicto XVI, con motivo de las declaraciones que hiciera el Papa en Ratisbona, aboga un mayor conocimiento entre las tres religiones abrahámicas, que pudiera llevar a un diálogo fructífero para todos.

Nuestra responsabilidad de creyentes exige que hagamos todo lo posible por impedir las disensiones entre los hijos de Abraham. Debemos practicar el conocimiento mutuo y testimoniar la fe que nos habita. La propaganda de choque y las amalgamas no deben de triunfar. Sus recientes palabras sobre el Islam han sacudido a los musulmanes, a numerosos cristianos y a otros ciudadanos del mundo. Esta situación es dañina para todos en el contexto dramático de las relaciones internacionales.

Nosotros reivindicamos ante todo una fraternidad espiritual y el diálogo entre las tres ramas monoteistas. Al lado de su hermano cristiano, si bien existen diferencias, el musulmán es el único en el mundo que reconoce que Jesús es el Mesías, Verbo de Dios fortificado por el Espíritu Santo. El Corán, que recuerda la historia de los profetas bíblicos, si bien se inscribe en el acto final de la revelación, dice: “Si Dios lo hubiera querido, habría hecho de vosotros una sola comunidad, pero quiso poneros a prueba mediante el don de la diferencia”. E insiste: “Decidles que creo en todas las escrituras reveladas; he recibido la orden de ser equitativo con vosotros. Dios es nuestro Señor, como lo es el vuestro. Toda disputa entre nosotros será vana, todo debe regresar hacia El”.

Nosotros esperamos también que su postura prolongará la del espíritu del Concilio Vaticano II, la de todos esos cristianos, fieles al Evangelio y a la aceptación del otro que, de San Francisco de Asís a Luis Massignon -gran islamólogo francés, 1883-1962- y al Papa Juan Pablo II, han dialogado con el Islam. Hoy en día, el diálogo interreligioso debe de tener como objetivo recordar verdades: que nuestra base común es más importante que nuestras diferencias, y que éstas deben ser asumidas como riquezas. El Islam es desconocido. Desde siempre ha sido deformado injustamente. El Occidente clásico ha sido judeo-islamo-cristiano y greco-árabe, no tan solo judeo-cristiano y greco-romano. La falsificación no puede aprovechar más que a los extremistas. Se interpela así al espíritu humano, la fraternidad abrahámica, el principio de apertura propugnado por el Corán y la herencia evangélica sobre el amor. Al árbol se le reconoce por sus frutos, nos recuerda el Evangelio; pues bien, el Islam ha dado frutos que obligan a otorgarle estima a la tercera rama del monoteísmo.

Usted planteó la cuestión de a qué Dios se adhiere el creyente. Para el Islam, desde hace quince siglos, es al Dios misericordioso, más cercano al hombre que su vena yugular, nos dice el Corán. La revelación coránica permitió ponerle fin a todas las idolatrías y a mantener abierto el horizonte de la vida. La revelación se dirige sin cesar a la razón pensante, apela permanentemente a la reflexión, al pensamiento meditador. Si, según el Corán, los ángeles se prosternaron ante Adán, fue a causa del privilegio de la libertad otorgada como fundamento de la existencia humana.

En cuanto al tema de la violencia, recordemos que la palabra Islam tiene la misma raíz que la palabra “paz”, ese bello nombre de Dios. El Corán precisa: “ninguna contrición en religión” y “Dios no ama a los agresores”. Apela a la vigilancia y a la legítima defensa en términos condicionados, para que jamás sea la mejor la ley del más fuerte y la de los opresores. Y precisa: “Sed justos, la justicia está cerca de la piedad”.

En cuanto a los desafíos que ha de enfrentar la humanidad, nosotros compartimos su preocupación por los efectos devastadores del relativismo, del cientificismo y del ateísmo, que son tres productos de las derivas de la modernidad. Denunciamos la instrumentalización de la religión con fines políticos y el uso de la violencia ciega a manos del extremismo político-religioso. El fanatismo religioso, que nadie podría justificar, es un fenómeno ajeno a nuestros valores. Hay que discernir sus causas, que son ante todo políticas: la injusticia, el terrorismo de los poderosos y la arrogancia.

Dios, sus mensajes y sus mensajeros son inocentes de la locura de los hombres. Así como la Inquisición no está inscrita en los Evangelios, el terrorismo no se inscribe en el Corán. La salida de la religión a la vida y las crecientes dificultades para que los pueblos vivan libres son los grandes desafíos de este siglo XXI. El Islam, una de las figuras espirituales de la resistencia a las derivas de nuestra época, puede ser un aliado. Nos corresponde investigar juntos esta nueva civilización que nos está fallando hoy en día. Ver en la tercera rama del monoteísmo una herejía no puede más que amputarle a la historia de la salvación una parte vital de sí misma.

Comentarios

Anónimo dijo…
Me encantaria poder dejarte algun comentario, pero vi que el texto tenia mas de diez lineas y me dio lata, debe ser interesante... pero por ahora paso,
Sigue adelante me encanta tu blog,... aunque no cacho mucho de que se trata

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