Reseña histórica: poesías, vino añejo y varios...

Ayer fui a un café literario en la U. Adolfo Ibáñez, invitado por uno de mis mejores amigos, el señor Francisco Valdebenito. Con sorpresa supe, al comenzar el evento, que se me había tendido una emboscada, ya que estaba incluido en el prorama como lector de poesía. Horrores!...
Dio la suerte de que en ese momento andaba estudiando con un cuaderno en el cual tenía unos poemas sueltos, los cuales tuve que leer para salvar el momento. Extrañamente ,y contrario a lo que esperaba, mi acogida fue calurosa, debido a las temáticas -que estaban fuera de lo que se había declamado hasta el momento- y el tono de voz usado (apartado con los estereotipos de lectura poética, que son tan monótonos y que ya no calientan a nadie que escuche poesía por diversión). Finalmente, resulté ser un éxito en pequeña escala. Gracias por la acogida y por reír de lo risible, y no solo de lo bonito.
El resto es historia digna de escuchar junto a unas cervezas: con otro de mis mejores amigos y unos compadres nos terminamos de tomar el vino que sobraba, caminamos y caminamos... y terminamos en Cerro Esperanza taaaarde tarde, después de una serie de epopeyas personales.

Para los que les interesó qué diablos leí en esa ocación, aquí procedo a transcribir:

I

Cuatro santo, bien vestidos
se juntaron a verme

Me comían el oprobio y el deshonor
con salsa de tomate

No me lloraban los ojos,
pero si a alguien escuché que lloró todo un río
yo digo que me fumé hasta el último de mis pulmones

Todos jugaban a ser parte del sistema
todos reían, muchos tomaban Coca-Cola

Y a mi no me interesaba
sino tomar hasta la última gota del licor de sus ojos

Fue entonces que los santos se fueron, maldiciendo.


II

Una mujer, de perfil
mostraba a contraluz sus calzones sin quererlo

Quise caer en ese encanto
pero el tiempo no perdonó
y llegó la hora de sacar los apuntes de clases

Al rato,
apareció la anónima de senos enormes.
No me atreví a tomarlos, ni a quererlos...
tan sólo pude imaginar cosas impresentables

Y seguí estudiando conceptos malditos
y seguí creyendo que estoy poniéndome avaro.

III

Quisiera decir algo,
quisiera
mentir en los enredos
caer entre los muertos
sentir a los obcenos
mordisquear besos ajenos
y las locuras santas y sublimes
que inspiran lo que viene a mi encuentro

Esa señora está loca
y tira sus cabellos al viento de manjar con nueces
¿y qiuén soy yo para merecerlo?
¡quién... quién!
¿quién soy yo para verlo en una multitud ecuestre,
rimbombante
llena de conceptos marxistas que fracasaron?.
Los quisimos, de verdad los quisimos, señoras y señores
pero ellos, ELLOS se pusieron
entre nosotros y los sueños:
sacamos las poesías más amargas
y luchamos contra los dragones más daltónicos
y qué, ¿qué fue lo que conseguimos?
mandas, escuelas de filosofías de chocolate
y brisas mitómanas

Fue entonces que viajé a las arenas del tiempo
y vi los relojes de los árboles del otoño
crecer y crecer sobre sus cimientos
y rodar, y rodar por las camisetas y nuestras pestañas

¡Dios!, ya nada es posible,
salvo escribir sobre esta guerra
que nos llevó a esta paz de mierda.

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