Comentario: un poema fenomenal



He aquí un poema basado en una leyenda popular israelita, situada probablemente cuando Nabucodonosor aún no tenía pelo en la axila. Para los que no conocen la historia de Job (que, por cierto, es uno de los libros del Antiguo Testamento), ahí les va un resumen: Job es un magnate de la época: tiene de todo, incluyendo fe en Dios. Un mal día, Satán tienta a Dios, pidiéndole que le permita atacar a Job, para ver si su fe solo se basa en el ser próspero. Dios accede, ordenándole que no lo toque. Dicho y hecho, Job pierde todas sus pertenencias terrenales, pero conserva su fe y no maldice a Dios.
Satán vuelve a intentarlo: ahora quiere su integridad física. Dios sólo lo limita en cuanto a conservarle la vida. ¿El Resultado?: Job con una llaga incurable de los pies a la cabeza. Aún así, se sienta en un rincón a rascarse, pero sin maldecir a Dios, a pesar de los insultos de su propia esposa por perseverante (tozudo, diría yo). En los capítulos siguientes, tres amigos van a ver a Job y comienzan una larga serie de lamentos en forma de poemas en torno a la desdicha y la fe. En mi opinión, estamos frente al primer café literario de la historia (aunque sea en medio de las cenizas de la casa de Job, con el anfitrión en la mendicidad y con el cuerpo cubierto de una llaga incurable). Y es aquí donde he encontrado un poema con una intensidad y un sentido que cala los huesos si se es suficientemente sensible. Es el grito desgarrado del hombre que enrostra su destino a Dios.
Damas y caballeros, sin más preámbulos, el poema que ocupa el capítulo 7 del libro de Job, titulado ¿qué es el hombre para que te fijes en él?. Un aplauso, por favor.

¿qué es el hombre para que te fijes en él?

No más que un servicio militar es la vida de un hombre sobre la tierra,
y sus días son los de un jornalero

Se parece al esclavo que suspira por la sombra,
o al jornalero que espera su salario

Así, a mí me han tocado meses de decepción,
y fueron mi parte noches de dolor

Al acostarme, digo: "¿cuándo llegará el día?"
al levantarme, "¿cuándo llegará la noche?"
y hasta el crepúsculo abruma mis inquietudes

Mi carne está cubierta de gusanos y costras,
mi piel se ha arrugado y se deshace,
mis días han corrido más rápidos que la lanzadera
y se pararon cuando ya no hubo hilo

Recuerda que mi vida es un soplo,
y que mis ojos no verán más la felicidad

Los ojos que me miraban ya no me verán,
y ante tu propia vista dejaré de existir

Así como la nube se disipa y pasa,
así el que baja donde los muertos no regresa más

No volverá a su casa
y los lugares en que estuvo no lo verán jamás

Por eso no callará mi boca,
sino que expresaré mis angustias
y me quejaré a la medida de mi amargura

¿Soy acaso el Mar, o el Monstruo marino
para que pongas guardias a mi alrededor?

Si digo: "mi cama me consolará
y mi descanso aliviará mi llanto",
entonces tú me asustas con sueños
y me aterrorizas con visiones

Preferiría ser sofocado:
la muerte antes que estos dolores

Mira que desfallezco, no viviré para siempre

¡Déjame!. Ves que mis días son un soplo...
¿qué es el hombre para que te fijes tanto en él
y pongas en él tu mirada,
para que lo vigiles cada mañana
y lo pongas a prueba a cada instante?

¿Cuándo apartarás de mí tus ojos
y me darás tiempo de tragar mi saliva?

Si he pecado, ¿qué he hecho a ti,
guardián de los hombres?

¿Por qué me has tomado como blanco de tus golpes?
¿en qué te molesto?
¿por qué no olvidas mis faltas
y no me dejas pasar mi pecado?

Porque pronto me voy a acostar en el polvo,
y cuando me busques, ya no existiré

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